Clara es sin duda uno de los rinocerontes más conocidos de la historia y es que su popularidad la convirtió en uno de los personajes más influyentes de la Europa del siglo XVIII. Los rinocerontes apenas eran conocidos en esta época, ya que solo unos pocos llegaban a los zoológicos privados o a las casas de fiera de los gobernantes, por lo que despertaban una gran atracción entre los europeos.
Los orígenes de Clara datan de la India en 1738, donde quedó huérfana con apenas tres meses de edad luego de que unos cazadores mataran a su madre. El capitán Douwemout van der Meer de la Compañía Holandesa de las Indias orientales, adquirió a esta rinoceronte en 1740, con la que volvió poco después a los Países Bajos. Fue tanto el éxito que tuvo la exhibición de Clara en Rotterdam, que Douwe decidió comenzar una gira por toda Europa para hacer negocios con ella, convirtiéndola así en una atracción de feria.
De esta manera Clara visitó todas las grandes capitales europeas encerrada en un carromato, entre las que se encontraban Paris, Roma, Venecia, Praga, Berlín, Viena, Zurich, Bruselas, Hamburgo, por solo mencionar algunas de ellas. Se dice que el carro que la transportaba por tierra usaba la tracción de veinte caballos o doce bueyes, y que su piel se mantenía húmeda usando aceite de pescado.
Durante este tour Clara fue centro de atención de muchos personajes ilustres y artistas de la época. Fue recibida por el Emperador Francisco de Lorena y la emperatriz María, el Rey Federico de Prusia, el Rey Luis XV de Francia y el naturalista Buffon, entre otras muchas personalidades. También fue retratada por varios pintores de la época que quisieron representar en un lienzo toda su exoticidad, dentro de los que destacan Pietro Longhi y Jean-Baptiste Oudry. Otros grabados fueron realizados con la imagen de Clara por H. Ostert y Jan Wanderlar, que luego pasaron a formar parte del tratado de anatomía del neerlandés Bernhard Siegfried Albino.
No siendo suficientes con las ganancias que obtenía de las exhibiciones, Douwe también comenzó a utilizar a Clara en merchandising. La venta de objetos publicitarios relacionados con el animal incluían medallas, grabados, figuras de porcelana, vajillas, cajitas e incluso la orina del rinoceronte se ofrecía como producto con propiedades curativas. Mientras tanto en París se ponían de moda los peinados femeninos “à la rhinocèros”, en los que una pluma a modo de cuerno servía como peluca.
La tormentosa vida de Clara terminó en 1758 en la ciudad en Londres, a donde había regresado para ser exhibida en el Horse and Groom de Lamberth. Murió con tan solo 20 años de edad, siendo la esperanza de vida de un rinoceronte en libertad casi 60 años. Una descripción detallada de la historia y el tour que realizó este rinoceronte es recogido en el libro de Glynis Ridley, titulado “Clara's Grand Tour: Travels with a Rhinoceros in Eighteenth-Century Europe”.